domingo, 21 de abril de 2019

104

Vi una hojita seca en el marco de la ventana del colectivo 104 en el que viajo. Era tan chiquita ella, pobrecita... Tan chiquita y tan lejos de su casa. Quién sabe cuántas hojas rojas y marrones, amarillas y verdes habrán estado buscandola desesperadas.

Me preguntaba cómo fue que llegó tan lejos, volando quizá, distraídamente, escapándose tal vez...
"¿Escapándose de qué? ¿Cómo lo sabe?" Dirá usted... Eso es muy obvio, pregúntele, todos escapamos de algo.
De otras hojas a veces, de nuestro árbol (o arbusto), de un incendio, a veces solo nos dejamos llevar. Ya se sabe intuitivamente que una hoja tiene tantas razones para partir, sin embargo se la veía tan nostálgica recostada ahí con su color sepia y sus bordes como marcas de guerra.
¿Cuántas cosas tendrá para contar esa hoja? ¡Si hablara! ¿Qué diría? Lloraría seguro, todos lloraríamos si de repente pudieramos hablar. Heme aquí a mí hablando de hojas, colores, colectivos y guerras. El humano solo sabe llorar, de distintas formas, pero al final es todo igual.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario