Una vez conocí una chica,
ojos pardos, como dos osos enormes
que te atacaban e imponían respeto.
Cabello oscuro,
preludio de la profundidad que conlleva su ser.
Una figura que incita al deseo de cualquier amante,
una actitud que mantiene a raya a cualquier hombre.
Esta chica se apoderó de mi mente,
como esa canción,
que no podes dejar de repetir,
una y otra vez en tu cabeza.
Dicen, que la única forma de quitártela,
es cantar el final.
de querer llegar al final,
si apenas
estamos llegando al estribillo.
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